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¿Cómo se crea una ‘spin-off’?

La Vanguardia, 29/03/2019. La Universidad Politécnica de Cataluña apuesta por las empresas de base tecnológica con la participación en seis nuevas compañías

La Universidad Politécnica de Cataluña apuesta por las empresas de base tecnológica y en los últimos meses ha entrado a formar parte de seis nuevas spin-offs. Son las empresas emergentes Elem Biotech, que ofrece una tecnología para crear órganos humanos virtuales; Mitiga Solutions, que comercializa un software de predicción de catástrofes atmosféricas para el tráfico aéreo; Nearby Computing, que suministra tecnología de orquestación de servicio IoT y 5G; e-HEALTH Technical Solutions, especializada en tecnología aplicada a la salud visual; ICARIA Medical, que comercializará el electrocardiógrafo CardioSense; y Applied Research for Development, un sistema para el análisis de datos y el apoyo en la toma de decisiones en el suministro de los servicios básicos. Las seis se unen a las 30 spinoffs que ya ha apoyado la UPC. “Las universidades tenemos la obligación de transmitir a la sociedad los conocimientos tecnológicos que se desarrollan”, recuerda el vicerrector de Transferencia de Conocimiento e Innovación de la UPC, Jordi Berenguer. “Aquí tenemos 13 centros tecnológicos, bajo el sello Tecnio, que crean productos muy cercanos a la realidad de las empresas. Pero cuando has realizado una actividad de investigación y ves que la continuidad natural del proyecto es realizar un producto o un servicio que debería estar en explotación, ya no tiene sentido hacerlo desde la universidad, porque no es nuestra función, sino creando una empresa”. Hace años que la Universidad Politécnica apuesta por la transferencia tecnológica y las spin-offs. Y hay una serie de criterios que siguen para apostar por los proyectos. Según Berenguer, “debemos ver las posibilidades de acceso al mercado que tiene la tecnología que motiva la creación de la empresa. Se evalúa si esa investigación se podría traducir a producto o servicio de interés para el mercado. Si se ve que es posible, se valora y se decide participar en el proyecto, porque a veces es el mismo investigador quien tiene la idea de crear la empresa”. Y si no hay un investigador-emprendedor detrás, “desde la universidad buscamos fórmulas para crear la start-ups y  comercializar esa tecnología”. Y en el caso de que se decida apostar por una empresa, “primero debe haber contrato de transferencia de tecnología”, recuerda Berenguer. Y es que ya sea por la ley de la propiedad intelectual como de la propiedad industrial, toda actividad de  investigación que se desarrolla en la universidad es propiedad de esta, y “el profesor consta como inventor y tiene derecho a parte de los royalties”. Tras el contrato de transferencia tecnológica, “la universidad puede decidir si entra o no en el proyecto y, si lo hace, el porcentaje de participación nunca supera el 10%. Si la universidad entra en el accionariado, existe la posibilidad, por la Ley de la Ciencia, de que el investigador pueda aumentar su participación accionarial en la empresa”. Además, “habitualmente se negocia una cláusula antidilución con la idea de que la participación accionarial de la universidad en la empresa no se reduzca si se hacen ampliaciones de capital hasta que se llegue a una cifra que  se pacta con la misma compañía”, explica el vicerrector de Transferencia de Conocimiento e Innovación de la UPC.

De los seis últimos proyectos que ha apoyado la UPC, tres se centran en el sector de la salud. Una tendencia al alza. Explica Berenguer que, efectivamente, “en la UPC tenemos mucha actividad de investigación en el ámbito de las tecnologías de la salud. Todo lo relativo al ámbito hospitalario, desde robótica de quirófanos, sensorización para monitorizar, criptografía y protección de datos, equipamiento biomédico, … Es un sector que cada vez demanda más tecnologías, sobre todo en soluciones que permitan hacer en casa del paciente todo aquello que ahora debe hacerse en el hospital. En este sentido todo lo relacionado con internet, el monitorizaje remoto… tiene mucha demanda, por el ahorro de costes”. Es la oportunidad que han visto en Elem Biotech, fundada por investigadores y profesores del Departamento de Arquitectura de Computadores y adscrito al Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). Comercializan la tecnología de simulación y análisis de datos para el sector biomédico y farmacéutico que se ha desarrollado en diversos proyectos de investigación del Departamento de Computer Applications in Science and Engineering del BSC. Se trata de una tecnología que permite la creación de órganos humanos virtuales para ser usados en el diagnóstico de enfermedades y en la evaluación de posibles tratamientos. En cuanto a la tecnología aplicada a la salud visual, la UPC apuesta por e-HEALTH Technical Solutions, una empresa especializada en la implementación de soluciones tecnológicas, clínicas y de salud digital relacionadas con diferentes ámbitos como la evaluación y la mejora de las limitaciones de la visión. Esta nueva spinoff comercializará WIVI que proporciona a los especialistas una valoraciónde las capacidades y habilidades de diferentes funciones visuales del paciente y, al mismo tiempo, propone un tratamiento de entrenamiento adecuado y personalizado para la mejora de las alteraciones que se hayan detectado.