Tiñen las aguas de riego para estudiar el impacto del agua dulce en el cultivo de bivalvos en el Delta

Imagen de las aguas del Delta teñidas por la rodamina
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Experimento en la bahía del Fangar con la rodamina, un colorante trazador soluble e inocuo

Manel Grifoll, investigador del Laboratorio de Ingeniería Marítima de la UPC
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Manel Grifoll, investigador del Laboratorio de Ingeniería Marítima de la UPC

Cultivo de bivalvas. Imagen: IRTA
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Cultivo de bivalvas. Imagen: IRTA

Análisis de ostras en el laboratorio. Imagen: IRTA
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Análisis de ostras en el laboratorio. Imagen: IRTA

Un equipo de investigadores de la UPC y del IRTA han creado un modelo de la dispersión de las descargas de agua dulce que llega a la bahía del Fangar gracias a la rodamina, un colorante trazador, soluble e inocuo en el agua. El experimento permitirá una mejor comprensión de la dispersión del agua, realizar una reordenación final de las actividades acuícolas en la bahía y establecer un protocolo para aplicar estas medidas de protección a otras zonas de Cataluña.

02/12/2021

El Delta del Ebro forma un ecosistema complejo donde las dinámicas naturales conviven con actividades productivas, como la pesca, la acuicultura y la agricultura. Es un equilibro frágil y, para preservarlo, es imprescindible conocer los efectos que tales actividades tienen en el medio que los rodea. En el caso de los cultivos de arroz, motor agrario ebrense, una de las principales vías de impacto son las aguas de riego descargadas en el mar. Estos vertidos tienen una doble cara: aportan nutrientes en el ecosistema, a la vez que contienen componentes tóxicos propios de los pesticidas que pueden afectar a la biodiversidad. Por eso, el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y la Universitat Politècnica de Cataluña · BarcelonaTech (UPC) han desarrollado un modelo para determinar las trayectorias de las aguas de riego en la bahía del Fangar y minimizar el impacto sobre la acuicultura de moluscos bivalvos. Mediante la rodamina WT, un colorante rojizo soluble en agua, se siguieron los efluentes de las descargas para poder delimitar las zonas más afectadas. De este modo, el experimento permitirá una mejor comprensión de la dispersión del agua dulce en la bahía, para poder estudiar y contrastar si los contaminantes, ya sean químicos o microbiológicos, podrían estar o no implicados en la mortalidad de bivalvos. También permitirá elaborar una reordenación final de las actividades acuícolas en la bahía a partir del establecimiento de una zona de transición de unas 80 hectáreas, excluida del cultivo de bivalvos.  

Tras el mapa de las zonas afectadas, hay un modelo hidrodinámico complejo que científicos de la UPC junto con el IRTA se han encargado de poner a punto. "Antes de diseñar soluciones, era imprescindible entender el comportamiento físico de la bahía y anticiparnos a las distintas contingencias. En este sentido el uso combinado de observaciones in situ, modelado numérico y los resultados del experimento con rodamina nos ha permitido ampliar el conocimiento hidrodinámico de la bahía", señala en investigador del Laboratorio de Ingeniería Marítima (LIM) de la UPC Manel Grifoll, vinculado a la Escuela de Caminos de Barcelona (ETSECCPB) y a la Facultad de Náutica de Barcelona (FNB). Para hacerlo, durante dos días –el día del experimento, el 9 de junio, y el día siguiente– se hizo el seguimiento de la dispersión de la mancha de rodamina empleando fluorímetros y se midieron las direcciones y velocidades del agua en superficie a partir de derivadores lagrangianos. Esta información, triangulada con los conocimientos previos sobre circulación de agua en la zona del Delta, permitió obtener un modelo numérico tridimensional de alta resolución capaz de simular el comportamiento de las corrientes en la bahía incorporando las aguas de riego y teniendo en cuenta diferentes condiciones de viento. El experimento cuenta también con la participación de Manuel Espino, investigador de LIM-UPC.

Protocolo para la protección de los moluscos
Aparte de enfocarse en la problemática del Delta, uno de los objetivos de la investigación era establecer un protocolo para aplicar esta medida de protección en otras áreas de producción de moluscos bivalvos del litoral catalán. "En Cataluña ya hemos conseguido definir e implementar la metodología para establecer zonas de transición", celebra la investigadora del IRTA de Sant Carles de la Rápita, Margarita Fernández. Todo este conocimiento se presentó el pasado 29 de septiembre en una jornada de transferencia con la presencia de representantes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural y acuicultores y mariscadores tanto del Ebro como de otros lugares.

El experimento con la rodamina y su continuación con el proyecto de evaluación de riegos en la mortalidad de bivalvos han estado cofinanciados por el Fondo Europeo Marítimo y de la Pesca y la Dirección General de Política Marítima y Pesca Sostenible. Además, han contado con la colaboración de la Federación de Productores de Moluscos del Delta del Ebro (Fepromodel) y de la Comunidad de Regantes – Sindicado Agrícola del Ebro.

Averiguar el origen de la mortalidad
El proyecto se puso en marcha el 2020 después de varios episodios de mortalidad extraordinaria de ostra adulta de talla comercial en algunos viveros de la bahía del Fangar durante los años anteriores. Estas pérdidas, que llegaron hasta el 50 % en ciertos casos, no estaban asociadas a las causas más habituales, como el herpes virus o las temperaturas elevadas. Así, algunos de los acuicultores afectados señalaron un vínculo con los ciclos de vertidos de aguas de riego de los campos de arroz, que especialmente en los meses de mayo y junio pueden contener restos de substancias contaminantes. Las observaciones posteriores del IRTA y la UPC también confirman una correlación espacial entre las zonas más afectadas por la mortalidad y aquellas afectada más directamente por los efluentes de las descargas.

Sin embargo, según los científicos, no se puede afirmar que la causa de la mortalidad sean los agentes químicos de los pesticidas, que ya están sometidos a regulaciones ambientales específicas. Los primeros diagnósticos de bivalvos apuntan más bien a una influencia indirecta de estos componentes: "se podría tratar de una combinación de agentes, como ahora que los pesticidas hagan más frágiles a los bivalvos frente a los patógenos del propio ecosistema marino", precisa la investigadora del IRTA Margarita Fernández. Finalizado el proyecto actual, el equipo del IRTA continuará centrado en averiguar el origen de la mortalidad. En el marco de una investigación prevista hasta el 2023, se aislarán los diferentes patógenos y se inocularán en ostras sanas para evaluar los riesgos de origen químico y microbiano y tomar ulteriores medidas para mitigar su impacto.