El CPSV propone medidas para frenar el impacto de la isla de calor urbana en la Región Metropolitana de Barcelona

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Imagen térmica del área del recinto firal de Montjuïc

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Imagen de la Isla de calor, durante el día, en la Región Metropolitana de Barcelona

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La Isla de Calor, durante la noche, en la Región Metropolitana de Barcelona

El Centro de Política del Suelo y Valoraciones (CPSV) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) ha evaluado y simulado, a diferentes escalas, los efectos del fenómeno isla de calor urbana y del cambio climático en la Región Metropolitana de Barcelona, con un sistema que se puede extrapolar a otras áreas urbanas. Para paliar estos efectos, propone un conjunto de buenas prácticas de planteamiento urbano.

14/07/2017

Pese a que el impacto del cambio climático crea riesgos y vulnerabilidades que afectan la calidad de vida y la salud de la población, los planes urbanísticos no tienen en cuenta la evaluación climática de las zonas urbanas y metropolitanas. ¿Cómo afecta el diseño urbano al clima de la ciudad? ¿Cómo puede ayudar el urbanismo a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y adaptar las ciudades al cambio climático?

Para dar respuesta a estas y otras cuestiones, un equipo multidisciplinario coordinado por el CPSV, y encabezado por Josep Roca Cladera, de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), ha estudiado y determinado cuáles son los principales elementos que contribuyen a constituir la isla de calor en las ciudades. Este fenómeno –que consiste en el incremento de la temperatura en el centro de las áreas urbanas en contraste con la periferia o los espacios rurales circundantes, especialmente en horas nocturnas- tiene un impacto en la salud y el bienestar de los ciudadanos especialmente preocupante cuando se producen episodios extremos como las olas de calor, cada vez más frecuentes. Las principales causas de la isla de calor son la falta de vegetación, la impermeabilización del suelo y el uso de materiales como el asfalto y el hormigón, que durante la noche desprenden el calor acumulada durante el día, igual que los vehículos y los sistemas de alumbrado y de climatización.

El CPSV ha creado un sistema de información climática integrado, a partir del cual ha simulado los factores climáticos, geográficos, territoriales y urbanos que determinan la isla de calor del sistema metropolitano de Barcelona (164 municipios, de 3.200 km2 y 4,7 millones de habitantes).

Para obtener los resultados, se ha analizado el régimen de temperaturas de la superficie terrestre (LST), del aire (LSAT) y de transferencia de calor en la atmosfera, con los datos obtenidos a través de los sensores térmicos instalados en satélites como MODIS y LANDSAT, así como de la base de datos Corine, además de la información disponible en las estaciones meteorológicas de la Generalitat y del Estado.

Adaptarse al cambio climático
Las ciudades son las principales protagonistas que contribuyen al cambio climático. Además, el calentamiento que supone el fenómeno isla de calor, que puede hacer modificar el clima regional a la escala urbana, contribuye a incrementar el calentamiento global.

El objetivo del estudio del CPSV ha estado conocer las causas del cambio climático, especialmente en cuanto a los cambios en los usos del suelo y sus efectos en la isla de calor urbana, así como las medidas a adoptar para adaptar el planeamiento urbano. El trabajo, que propone integrar este conocimiento en el planeamiento y el diseño de la ciudad, se ha desarrollado en el marco del proyecto europeo CLIM-CAP y del proyecto Urban-CLIMPLAN (financiado por el Ministerio de Economía y Competencia y el fondo FEDER), centrados a desarrollar técnicas que permitan conocer y mitigar los efectos del cambio climático, y planificar la ciudad y el territorio para saber adaptarse.

Los puntos más calientes
El comportamiento térmico de una ciudad depende de muchos factores. El modelo de simulación creado por el CPSV incorpora datos relativos a factores geográficos, climáticos, cubiertas y usos del suelo, y previsiones del planeamiento urbanístico que contribuyen a la isla de calor. Y se tiene en cuenta factores como la vegetación, el índice de edificación, la altura del terreno, la distancia con el mar, la orientación y la pendiente. Este sistema permite cambiar la escala de resolución y simular el comportamiento térmico que experimentan las ciudades tanto de día como de noche.

Según los primeros indicadores de la simulación hecha por le CPSV, los puntos más calientes de día y más frescos de noche, a escala metropolitana, en los núcleos urbanos de Barcelona, Sant Cugat del Vallès, Terrassa, Sabadell, Rubí, l’Hospitalet de Llobregat y otras localidades del continuo urbano están generados por las actividades económicas logística, industrial, terciaria, y de servicios con unas temperaturas de 34,40ºC, 33,29ºC y 31,37ºC. En Barcelona, por ejemplo, el área del recinto ferial de Montjuïc y las zonas con grandes centros comerciales (que habitualmente tienen cubiertas metálicas) son las más calientes durante el día, pero se refrescan de noche, cuando no hay actividad.

A la vez, el sistema viario (31,34ºC) y el sistema residencial compacto (con el Eixample y Ciutat Vella al frente de los distritos de Barcelona, con 31,05ºC) muestran una temperatura terrestre más elevada que la mediana de la Región Metropolitana de Barcelona, que es de 28,58ºC. Por eso, las calles y la zona más edificada mantienen todavía de noche el calor acumulado durante todo el día.

Por el contrario, las zonas verdes de la ciudad son las más frescas, seguidas de las áreas de casas unifamiliares de las afueras. Con estos datos se observa que las áreas artificializadas (urbanizadas) tienen una temperatura terrestre mediana un 7,2% más elevada que las no urbanizadas. Las áreas agrícolas e industriales (especialmente del Vallès Oriental y Occidental y el Penedès) se sitúan en una situación intermedia, aunque son muy calientes durante el día y refrescan de noche.

El modelo de simulación del CPSV también se ha implementado diferentes estudios de caso, a escala más pequeña, para analizar el comportamiento térmico y la isla de calor. Hasta el momento, se han realizado estudios en Barcelona (efecto de los parques en su entorno), Sant Cugat del Vallès (con el análisis de diferentes urbanizaciones, como Parc Central y Coll Favà), o el centro urbano de alguna de las principales ciudades metropolitanas.

El proyecto de investigación, que se finalizará en diciembre de este año, evalúa, igualmente, los efectos en la salud de la isla de calor, especialmente en épocas de ola de calor como la que actualmente estamos sufriendo. Los modelos desarrollados estiman que un incremento de 20 a 25ºC de temperatura mediana de noche en los meses de verano representa un incremento de 3.000 defunciones adicionales, como se prevé que suceda en el horizonte 2050. Entre los años 1950 y 2016 las temperaturas medianas de verano, en la noche, se han incrementado 2,14ºC. Entre los años 2016 y 2050 se estima un incremento adicional de 2,4ºC. A tal efecto, el proyecto identifica las zonas de mayor vulnerabilidad al cambio climático, como Sant Andreu, Nou Barris y la zona del Raval de Barcelona, que concentran una mayor cantidad de edificios de más baja calidad, con más densidad de población y más envejecida.

Buenas prácticas

El CPSV propone introducir diferentes elementos y buenas prácticas en la planificación urbana y territorial, de manera que se podría disminuir 2ºC la temperatura en las ciudades:

- Aumentar el porcentaje de suelo permeable, mediante pavimentos urbanos que sean permeables y eviten inundaciones, y un sistema de separación de aguas sucias y aguas grises (de lluvia). Esto último comportaría un ahorro económico en depuración y permitiría la reutilización del agua de lluvia para regar. Con la previsión que, para los próximos años, aumentarán las lluvias cortas y torrenciales, y las consecuentes inundaciones, los expertos consideran importante tener en cuenta estos dos factores.

- Integrar cuerpos de agua artificiales, es decir, zonas húmidas donde retener el agua de lluvia, la cual cosa serviría para rebajar la temperatura del aire.

- Cambiar el tipo, el color y material de los pavimentos, especialmente en zonas de juego infantil (que llegan a 70ºC durante las horas de más calor, 20ºC más que en el caso de la arena), así como de fachadas de edificios (por modificar el grado de reflexión de la radiación solar entrante). En los dos casos, es preferible fomentar el uso de colores claros frente a los oscuros, que acumulan más temperatura.

- Fomentar la ventilación urbana, teniendo en cuenta la morfología de la ciudad, de manera que facilite la circulación del aire, genere cánones urbanos de aire y suavice las temperaturas, evitando que se produzcan situaciones de embudo en relación al pase del aire. Un aspecto que también tiene relación con la necesidad de recuperar espacios urbanos y analizar el diseño y la disposición de la edificación.

- Incrementar las áreas verdes (incluidas las cubiertas y fachadas de los edificios), porque tienen una función clave en la regulación de la temperatura, teniendo en cuenta su configuración, disposición, tipología y variedad. En este sentido, se recomienda no dispersar las zonas verdes, implantar especies vegetales caducifolias y que generan copa (para hacer sombra), y evitar el arbolado que no hace sombra.

- Limitar la expansión urbana y fomentar el uso del vehículo eléctrico.

El equipo del CPSV propone que el planteamiento urbano y territorial incorpore la evaluación climática y sus resultados. Así mismo recomienda que las actuales iniciativas públicas dirigidas a la rehabilitación urbana incorporen como uno de los elementos fundamentales la rehabilitación climática (del espacio público y de los espacios colectivos privados).